El otro día tuve la oportunidad de estar en una reunión con un grupo de amigos de la preparatoria, platicamos amenamente diferentes temas, nos reímos mucho, una de esas reuniones que quieres repetir; uno de los temas que más se comentó fue “lo rápido que se ha pasado la vida”, recordábamos nuestros días de escuela, a los maestros, las fiestas, los torneos deportivos (recuerdo cada aventura que se contó y no puedo evitar reírme nuevamente) el caso es que todos coincidimos en “lo rápido que se está pasando la vida” y en lo importante que es vivir cada momento plenamente.
De una u otra forma todos coincidimos en la importancia de los años por venir, porque después de todos los años de trabajo, deseamos vivir plenamente nuestro retiro laboral, pensamos que llegar a esa etapa es un privilegio, que debe ser planeada y premiada por nosotros mismos.
Hablar de retiro laboral, no es sinónimo de vejez o de que ya no hay nada más que hacer en la vida, por el contrario es una nueva etapa de la vida en plenitud, en la que contarás con todos los recursos personales y financieros que hayas creado, para disfrutar con tus seres queridos, precisamente haciendo o teniendo lo que más que te gusta.
A todos nos llegará el momento en que queramos dejar de trabajar, porque estemos cansados o porque simplemente deseamos comenzar esa nueva etapa disfrutando lo que mas nos guste hacer, sin el estrés del compromiso laboral.
Cada día la expectativa de vida es mayor, por eso la importancia de planear con tiempo estrategias financieras que nos ayuden a tener el dinero con el que viviremos durante 20 años o más.
Y tú, ¿qué estás haciendo hoy para cuando llegue ese momento de tu vida?
Existen los planes personales de retiro, que son instrumentos financieros especialmente diseñados para ese fin.
¿Eres dueño de una empresa?
¿Quieres conocer una metodología financiera adecuada para ti, con importantes beneficios? que te permitirá la creación de los recursos que quieras tener, para vivir sin estrés financiero cuando decidas dejar la operación de tu negocio.
Isabel González Castro